viernes, 11 de mayo de 2018

Altamentes sensibles en nuestros días

Ser altamente sensible es muy hermoso... es muy difícil.... es una bendición y es un camino tortuoso...

Es cansado y tienes que estar también muy pendiente de ti. De cuando tu cuerpo, tu mente, tu alma te hablan porque muchas veces escuchamos muchísimo a los demás y cero a nosotros mismos.

Como decía es un camino hermoso y tortuoso... a veces lo veo como un hermoso camino rodeado de las más hermosas flores pero bajo un sol de justicia que nos fatiga...

He encontrado este artículo de El Mundo...  y con el mundo lo comparto a quien pueda interesar.




EJERCITO DE LOS SENSIBLES
"Son el 20% de la Humanidad y "algunas de las mejores personas de cada sociedad" porque "tienen madera de líderes, reflexionan antes de hablar, perciben las sutilezas y son capaces de llorar"
"Como si estuviera lleno de vacío, el ejército de lo sensible lo recoge todo: lo bueno, lo malo, lo nimio, lo grave, lo que emana el panadero, el conductor del autobús, el vecino del cuarto y, cómo no, también lo que se desprende del entorno más cercano y de los escenarios en que las personas juegan: el ruido de la calle o el de ciertos lugares, los olores, las imágenes y lo que acontece en un nivel de percepción más profundo que aquel al que accede cualquiera . Si la sensibilidad -no confundir con vulnerabilidad- sirve para seguir siendo seres humanos, ¿para qué sirve y cómo se manifiesta la vivencia de quienes pasean el mundo en carne viva?
Lloran a menudo, a veces sin razón aparente -para quien no mira profundo-, empatizan rápido con las personas de su alrededor, saben escuchar, desean ayudar casi constantemente, tienen un marcado sentido de la justicia y una tendencia natural a la observación, a reflexionar antes de hablar, a percibir hasta la información más sutil y relacionar, a gran velocidad, unos datos con otros hasta formarse una imagen global. No es que quieran hacerlo, es que les brota de manera innata. Seguro que se ha encontrado con uno de ellos, o ha llegado a amarlo o se ha visto sobrepasado por su hipermotivación.
"¿Te estreso? Lo único que quiero es un poco de paciencia. ¿Te desgasto? Me frustra tu apatía. Sólo quiero un poco de paz, una tierra común, comodidad; lo que quiero es justicia". Así cantaba, en 1995, Alanis Morrissette All I really want y, sin saberlo, describía algunas de las características que albergan quienes se reconocen como personas altamente sensibles. No es una enfermedad, tampoco un trastorno ni un síndrome; ni siquiera es una condición. Tener una sensibilidad extrema es un rasgo de la personalidad que posee un 20% de la Humanidad y más de otras 100 especies, según los estudios que inició la psicóloga norteamericana Elaine Aron en la década de los 90 y que, en la actualidad, se siguen desarrollando en distintos lugares del mundo tanto en Asia, como en Europa Estados Unidos.
Por ejemplo, en una investigación de 2014, El cerebro altamente sensible, proceso sensorial y respuesta a las emociones de los demás se destaca que "se han identificado marcadores genéticos asociados a la sensibilidad en el proceso sensorial", y también "patrones de actividad cerebral, reacciones psicológicas y comportamientos". "La sensibilidad en el procesamiento sensorial es una estrategia evolutiva. Como son más receptivos a los entornos, estos organismos más sensibles tienen mayores oportunidades y mayores amenazas y, por tanto, pueden estar más preparados para situaciones emergentes, siempre que los beneficios de una mayor sensibilidad superen los costos". Hoy, Aron y Morrissete cantan juntas su sensibilidad en el documental Sensibles, la historia no contada, junto a otras personas altamente sensibles (PAS), como ellas.
En España, este ejército de personas sensibles también marcha. Más de 1.000 personas han participado de los encuentros que organiza, desde 2015, la Asociación Madrid PAS a través de la plataforma online MeetUp. Al primero, acudieron 40 personas y, con cuatro de sus primeros miembros, se reunió EL MUNDO cuando comenzaba junio para conocer cómo se vive siendo extremadamente sensible. Ellos son InmaGemaAntonio Luis.
"Pensé que vendrían 10... Aquello me superó, no sabía dónde meterlos, necesitábamos un lugar donde entráramos todos pero también un lugar sin mucho ruido", explica Antonio, el hombre con barba y ojos azules de la foto y presidente de la asociación. (Atención a las palabras que usa para expresarse porque no son fruto del azar). Los PAS pueden fácilmente sentirse "sobreestimulados ya que lo perciben todo y, de manera natural, se sienten colapsados cuando el entorno es demasiado intenso, complicado, caótico o dura demasiado tiempo". Las comillas pertenecen a la propia Aron que, en entrevista con este diario, sostiene que "las personas con alta sensibilidad tienen madera de líderes, por la forma en que se comportan y por cómo se expresan, porque no hablan hasta que han reflexionado profundamente sobre lo que quieren decir y porque, además, son capaces de llorar".
"Ojalá más gente en el mundo actuara así, reflexionando antes de hablar... Además, vivimos en sociedades en las que no todos pueden llorar, por eso me gusta hablar de inteligencia sensible y decir que las personas con alta sensibilidad pueden mejorar las sociedades e incluso afirmar que las personas altamente sensibles son algunos de sus mejores miembros: estoy segura de que ayudan e influyen en sus entornos, cuidan y protegen...", prosigue Aron. Todo esto, hacia fuera pero, ¿cómo se vive hacia dentro?
Inma, pianista, habla así: "Siempre había sentido eso, que era una persona muy sensible, así me lo habían dicho siempre, un poco rara, en el sentido de... soñadora, y fuera de lo que se considera políticamente correcto, con tendencia a llorar enseguida pero también a disfrutar mucho de las cosas, de sacar mucha emoción y todo... de aquí", afirma señalando su propio pecho, esto es, su fuero interno.
Esta mujer, también profesora de música, halló en los encuentros PAS un lugar de paz que, por ejemplo, no hallaba en su entorno laboral. "No podía comprender que, en un ambiente artístico, donde se supone que tiene que florecer el sentimiento, la emoción y la solidaridad entre nosotros, ayudarnos a ser mejores personas incluso mientras enseñamos, me encontrara con un exceso de competitividad, con tendencia a pisar al de al lado para prosperar...", rememora.
También reconoce que "le afecta el dolor del otro" y que eso le ha "impulsado siempre a ayudar incluso cuando no era requerida" - "un marrón", califica-. "En el trabajo me han llegado a decir, cuando he querido solucionar algo, si lo que quiero es la paz en el mundo, que soy una idealista... Veo sufrimiento y quiero ir ahí. Pero lo más duro es cuando alguien cercano no se deja ayudar pero coge de ti, y tira de ti... Llegas a un punto en el que tienes que ayudarte a ti", zanja.
Y así lo resuelve la doctora Aron: "A las personas altamente sensibles, les digo: tienes que entender que la alta sensibilidad existe, que es un rasgo y tú lo tienes. Para entenderlo, debes repensar tu vida, especialmente tu infancia, desde esta perspectiva y, si es necesario, sanar lo negativo". Pero, ¿cómo saber si uno es altamente sensible? La realidad es que, en cuanto leen sobre el asunto, los PAS se reconocen en lo leído. Pero, por si no fuera suficiente, la misma Aron elaboró un test de 22 preguntas -publicado en 1996 en su libro El don de la sensibilidad- que sirve para saber si uno es sensible, altamente sensible o, directamente, una piedra.
En España, recogió el testigo la holandesa afincada en Mallorca desde los 90 Karina Zegers de Beijl, autora del volumen Personas altamente sensibles (editorial Esfera de los libros), publicado en 2016 y donde se puede leer cómo, por su trabajo, -coaching para personas altamente sensibles- Zegers de Beijl elabora un test "que cubriera los tonos grises". "Además de servir para determinar si eres PAS o no, es una herramienta para trabajar los lados negativos de la sensibilidad extremada", amplía. Karina es, además, la presidenta de la Asociación de Personas con Alta Sensibilidad de España y remarca un dato que mucho aclara: "Percibimos un 10% más de información que los demás y nuestra tendencia natural, desgraciadamente, es la de complacer a los demás, de alguna manera te regalas...", reconoce.
Para Gema, la mujer de pelo corto y camiseta florida, el mal puede hallarse en una discoteca. "Si vas a una, y te molestan la luz y el sonido, y no escuchas al de al lado, ¿qué sentido tiene estar aquí?, me preguntaba. Pero hubo momentos en los que también pensé si tenía fobia social. Luego te vas dando cuenta de que lo que tú necesitas es que tus relaciones tengan significado, que no sean interacciones sino conocerse a un nivel empático. Con las reuniones PAS me siento bien cuando vuelvo a casa, y no como si me hubieran dado una paliza".
Gema estudia Psicología y planea escribir sobre su propio rasgo extra sensible. Entre otras razones, porque es consciente de que su estudio está aún "en sus principios" -hace tres décadas que Aron comenzó a trabajarlo- y "falta investigación". "Tiendo a la introversión, como respuesta a la sobreestimulación", desvela Gema cuando ya ha percibido que, el lugar en el que este periódico le cita, puede expresarse libremente y sentirse tranquila. Y su mención a la introversión no es en absoluto baladí puesto que, debido a su necesidad de aislamiento -una vez han superado el cupo de información sensorial que pueden recibir- y su tendencia a la reflexión, las personas altamente sensibles se han confundido históricamente en la literatura psicológica con personas tímidas o muy introvertidas.
La realidad es que, de ese 20% de la humanidad que conforma el ejército sensible, un 70% es introvertido y un 30% todo lo contrario: extravertido, según los estudios realizados tanto por Elaine Aron como por su marido, Arthur Aron. "Hay que enfatizar en la diferencia entre introversión y alta sensibilidad porque no son lo mismo", matiza Aron a este diario, "y hay que recordar que hay igual número de mujeres altamente sensibles que de hombres. aunque haya muchos de ellos que no quieran encararlo", precisa.
Hombre es Antonio, el presidente de Madrid PAS, y también Luis, uno de los primeros integrantes de la asociación. Antonio destaca la importancia de que una persona altamente sensible "aprenda cuáles son sus límites". "Hay que poner esos frenos, saber hasta donde llega uno, porque eso es salud para ti y para los demás. Hay que darse cuenta de que no se puede fluir ni con todo ni con todo el mundo... Hay que verbalizar lo que nos molesta, tener pactos con uno mismo y con los otros porque los PAS necesitamos relaciones significativas".
Ahonda en las necesidades de los PAS el psicólogo Antonio Cano, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Asociación Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) y para quien los estudios de los Aron y de quienes perpetúan su estela son más que "serios": "Ser una persona altamente sensible no tiene por qué ser una vulnerabilidad, tienen una percepción de mayor calidad y, en principio, cuánto más percibas mejor, pero han de saber cómo son porque no saberlo puede ser un factor de riesgo. Un ejemplo: por un exceso de empatía, pueden tener en mayor consideración las necesidades de los otros que las propias".
La propia Aron ve necesario destacar que "habitualmente las personas con alta sensibilidad piensan que son bichos raros, que tienen un problema mental..." pero la psicóloga desmiente: "Un 20% de la población tiene rasgos de alta sensibilidad, y eso no es un problema, pero al otro 80% le cuesta comprenderlo porque no lo ven normal. Para entender la alta sensibilidad hay que entender esto porque lo importante es que las personas sean comprendidas".
Así que hablemos de Luis, el hombre con gafas y rostro sosegado, el primero en ayudar a periodista y fotógrafo a colocar las sillas para que todos estuviéramos cómodos. Con su hablar pausado, entre silencio y silencio, da algunas de las claves de este ejército: "Llevo mal la agresividad y la injusticia, llevo mal el porque sí, el porque lo digo yo. Necesito resguardarme, hacerme un escudo. Una vez sé que algo me daña, en la medida de lo posible, me quito de en medio. Si algo no me aporta nada bueno excepto dejarme dos días hecho polvo, esto significa que debo alejarme de ese entorno o de esa persona. Llevo mal la imposición, el abuso del fuerte al débil, o del jefe sobre el empleado, todo eso me saca de quicio...".

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